Opiniones
Se entiende en el contexto de la Economía de Bienestar, la relación óptima de producción y distribución entre bienes privados y bienes públicos. Cuando esta relación se satisface, la condición implica que subsecuentes substituciones de bienes públicos por privados (o viceversa) resultarían en una disminución de la utilidad común o social general. Samuelson no rechaza la idea del individuo racional que persigue su propio interés. Pero recuerda a sus colegas que no siempre las personas actúan racionalmente. De ahí que rechace el determinismo económico y señale la importante influencia del azar.
Según Samuelson, en el sistema económico hay desequilibrios, y no siempre se recibe lo que se aporta. Algunos individuos tienen más suerte que otros y esto amplifica las desigualdades. De ahí que sea necesaria la intervención del Estado para reducir las desigualdades y equilibrar los niveles de vida.
También, la crisis internacional obedecía a la falta de regulación y a la excesiva libertad de los bancos. Esto quiere decir que Samuelson quería una importante intervención del estado para que no haya abusos por parte de los bancos.
En la Teoría de las Preferencias Reveladas, Samuelson enfatizó la importancia de juzgar la validez de las Teorías económicas por la medida en que son consistentes con el comportamiento observado de las personas y las empresas. Más que preocuparse de las razones y percepciones de los agentes económicos, la idea de Samuelson fue centrarse en las conductas observadas, e igualmente importante, en aquellas que no se observan.
A diferencia de los modelos de Smith y de Ricardo que sólo reconocen la existencia del trabajo como factor de producción, el modelo de factores específicos, desarrollado por Paul Samuelson y Ronald Jones, reconoce la existencia del capital y de la tierra como factores productivos, además del trabajo.
Este modelo supone que el trabajo es el factor productivo móvil que, válgase la redundancia, puede moverse entre sectores; en tanto que el capital y la tierra son los factores productivos específicos, es decir, se pueden utilizar más específicamente (o más concretamente) en un sector de producción que en otro.
El valor o precio de las cosas en el mercado deriva precisamente de sus condiciones de bien escaso. Y, para acceder al mismo, el hombre está dispuesto a pagar un precio en el mercado. Si los bienes fueran ilimitados, su valor o precio desaparecería.
Según Samuelson, en el sistema económico hay desequilibrios, y no siempre se recibe lo que se aporta. Algunos individuos tienen más suerte que otros y esto amplifica las desigualdades. De ahí que sea necesaria la intervención del Estado para reducir las desigualdades y equilibrar los niveles de vida.
También, la crisis internacional obedecía a la falta de regulación y a la excesiva libertad de los bancos. Esto quiere decir que Samuelson quería una importante intervención del estado para que no haya abusos por parte de los bancos.
En la Teoría de las Preferencias Reveladas, Samuelson enfatizó la importancia de juzgar la validez de las Teorías económicas por la medida en que son consistentes con el comportamiento observado de las personas y las empresas. Más que preocuparse de las razones y percepciones de los agentes económicos, la idea de Samuelson fue centrarse en las conductas observadas, e igualmente importante, en aquellas que no se observan.
A diferencia de los modelos de Smith y de Ricardo que sólo reconocen la existencia del trabajo como factor de producción, el modelo de factores específicos, desarrollado por Paul Samuelson y Ronald Jones, reconoce la existencia del capital y de la tierra como factores productivos, además del trabajo.
Este modelo supone que el trabajo es el factor productivo móvil que, válgase la redundancia, puede moverse entre sectores; en tanto que el capital y la tierra son los factores productivos específicos, es decir, se pueden utilizar más específicamente (o más concretamente) en un sector de producción que en otro.
El valor o precio de las cosas en el mercado deriva precisamente de sus condiciones de bien escaso. Y, para acceder al mismo, el hombre está dispuesto a pagar un precio en el mercado. Si los bienes fueran ilimitados, su valor o precio desaparecería.